GALERÍA JAVIER SILVA | ||
ARTISTAS /Artists |
Sacrifice _ Cristina Toledo 22.04 - 29.05.2017
Cristina Toledo recrea en esta exposición la utilización de diversos artilugios para modificar el cuerpo con el fin de alcanzar un determinado ideal de belleza. Los esfuerzos que realizan las personas, principalmente las mujeres, por acercarse a los cánones de belleza de cada época, siempre cambiantes e inalcanzables, dan cuenta de cómo existe una especie de tiranía de la estética a la que nos vemos sometidos. En esta búsqueda de la perfección, se someten voluntariamente los cuerpos a diversos tratamientos y deformaciones que en otras circunstancias podrían ser considerados como castigos y torturas. Partiendo de imágenes fotográficas de prensa de diversas épocas, la artista va construyendo un grupo de obras, en las que se plantean los roces entre belleza y tortura, belleza y canon, belleza como limitación,...
El
Síndrome Norma Desmond
LYNDA NEAD _ El desnudo femenino. Arte, obscenidad
y sexualidad
El hecho de
que un periódico tan popular y consolidado diese tal importancia al
suceso lo convirtió de inmediato en un indicador sociocultural a
tener en cuenta. Bajo el título
Woman's Image in a Mirror: Who
Defines What She Sees?, Lena Williams reflexionó al respecto
analizando porqué una “mujer diez”, según los cánones estéticos
establecidos, siente la necesidad de modificar su cuerpo para
cercenar un complejo que le acarrea problemas de autoestima.
La
vinculación entre la imagen física y la autoestima tiene su
consecuencia más directa en el sacrificio, en la necesidad de
amoldarse a base de autorregulación a los ideales estéticos
establecidos por la sociedad. Por ello,
Sacrifice es el título que ha escogido Cristina Toledo para su nuevo
trabajo. Un conjunto de pinturas y acuarelas que muestran a mujeres
sometiéndose a tratamientos de belleza de diversa índole, algunos de
los cuales semejan más auténticas torturas. Cada fémina se convierte
en su propio verdugo. Es el fascismo del cuerpo.
La artista
aborda la tiranía de la estética recurriendo a una recopilación de
imágenes extraídas de diversos
massmedia, de revistas como Vogue y fotografías de época. Estas
iconografías encontradas son transformadas en pintura como mecanismo
para resignificarlas y reflexionar acerca de conceptos como la
feminidad, el fetichismo o el sufrimiento voluntario que conlleva
alcanzar el ansiado ideal.
El canon de
belleza ha sido estereotipado, reducido al mero atractivo sexual y
convertido en un bien más ofertado por el mercado de consumo.
Byung-Chul Han en su ensayo La salvación de lo bello insiste en que
“la industria de la belleza explota el cuerpo sexualizándolo y
haciéndolo consumible”. La belleza entra en crisis si se somete a la
lógica del capital pues pasa a ser un simple producto. Y, ya se sabe
que, en nuestra cultura del usar y tirar, cuando por la rapidez de
las modas algo deja de servir o simplemente se vuelve viejo, se tira
y se compra otro nuevo. Lo mismo ocurre con la belleza y el cuerpo
femenino, inmerso en un perpetuo ciclo de juicios tanto ajenos como
autoemitidos por seguir la línea del canon impuesto. ¿Y, cuál es esa
línea? Gilles Lipovetsky la analiza en La tercera mujer, un libro
con luces y sombras pero sagaz en algunos aspectos como es el del
análisis de la entrada de la belleza en el mercado de masas. El
filósofo destaca la doble tendencia que se manifiesta como meta: la
antiedad y el antipeso. El tándem delgadez-juventud se impone y las
mujeres que no lo cumplan estarán entre las no elegidas. Sin
embargo, este binomio tampoco es garantía de éxito. A Stacey Stetler
no le funcionó. Ella ya lo tenía y no fue suficiente. En el fondo,
nunca es suficiente. El poder coercitivo de las normas estéticas
impuestas por el canon oficial siempre será fuente de insatisfacción
constante.
“Espejo
mágico dime una cosa, ¿quién es en este reino la más hermosa”,
se pregunta la madrastra de Blancanieves y se preguntan también
todas y cada una de las mujeres que se sacrifican en aras de lograr
esa supuesta hermosura. Para ello las protagonistas de Cristina
Toledo se maquillan, usan extrañas mascarillas y artilugios
opresivos varios para reducir arrugas o enderezar la nariz, se
broncean, llevan tacones imposibles y asfixiantes corsés para marcar
irreales cinturas de avispa. El es Síndrome Norma Desmond que se
aferra cual sanguijuela al miedo, al pavor de marchitarse y perder
la belleza.
La actriz
Gloria Swanson encarna en El
Crepúsculo de los Dioses (1950, Billy Wilder) a la citada Norma
Desmond, una estrella del cine mudo atormentada por los fantasmas de
su pasado. Es demasiado mayor para la industria del cine. Su edad la
invisibiliza como mujer a pesar de su pasado profesional glorioso.
Vive recluida en una mansión abarrotada de fotografías de jóvenes
Normas Desmond, un martirio perenne para su psique de mujer que
envejece. En un momento de la película, Norma cree que volverá a
actuar ante las cámaras y es aquí donde comienza la secuencia de
imágenes del sacrificio narradas por la voz en off de su amante Joe
Gillis: “Un ejército de
expertos en belleza inundó la casa de Sunset Boulevard. Soportó una
horrible serie de tratamientos, contaba cada caloría como un atleta
preparándose para los juegos olímpicos”.
Y así, bajo
el Síndrome Norma Desmond, se encuentran las mujeres representadas
por Cristina Toledo. Cada una viviendo su particular Sunset
Boulevard sometida al chantaje de la belleza.
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