ARTISTAS /Artists
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De tramas...
_ David del Bosque
Desde el 23 de marzo de 2024
De
tondos, retículas y pinturas combinadas
En mayo de 1969, pocas semanas antes del
cálido summer of love, se publicaron las racionales
Sentences on Conceptual Art de Sol Lewitt, 35 axiomas entre los
que se encuentra uno con el que me siento plenamente identificado
ahora mismo: “Un artista puede percibir erróneamente una obra de
arte (entenderla de forma distinta a cómo lo hace el artista) y aun
así esa lectura errónea puede suscitar en él una cadena propia de
pensamiento”. Digo que me siento identificado porque probablemente
he hecho una lectura errónea de los trabajos recientes de David del
Bosque pero, aún así (o quizá debido a ello), he desarrollado una
cadena propia de pensamiento respecto a ellos.
Lo primero que me llama la atención es su
regreso al formato circular, una vuelta (al continente, no así al
contenido) a una morfología con la que ya trabajó en su serie La
Colombie, mostrada en el Museo de Arte de Caldas (Colombia) en
2009, entre otros espacios. En el catálogo de aquella exposición
José Marín Medina señalaba que David del Bosque “ha abandonado el
rigor de la exactitud del plano acotado por cuatro líneas rectas que
forman otros tantos ángulos rectos, y ha adoptado el registro
ornamental (...) que va implícito en el tondo italiano”. En 2024,
como decía, DdB ha retomado el formato circular, pero lo que
contienen estos tondos (aunque apuntan por ahí que el plural
correcto es tondi) no son fragmentos de fotografías distorsionadas
como en La Colombie, sino una geometría colorista un tanto
anárquica, al menos aparentemente.
No puedo evitar, al ver esta geometría,
acordarme del texto Retículas, de Rosalind Krauss, y pienso
que DdB, partiendo de la retícula, ha desarrollado una versión
personal de esta, por mucho que Krauss asegure que este es “un campo
de investigación de tan escasa fertilidad”. “Como demuestra
ampliamente la experiencia de Mondrian, la retícula se resiste
precisamente a cualquier tipo de desarrollo” prosigue la autora
estadounidense, y es este (el de Mondrian) un caso particularmente
interesante, puesto que, además de ser uno de los padres de la
abstracción geométrica, ejemplifica cómo la retícula sí tiene, desde
mi punto de vista, posibilidades de desarrollo. Ya sea en forma de
vibrantes y jazzisticas composiciones (las producidas en los años
40) o girando el soporte 45º (dejándose seducir por la diagonal,
otrora motivo de alejamiento de su colega Theo van Doesburg), el
pintor holandés comenzó a expandir los límites de la retícula, algo
que en la actualidad hace DdB cuando juega, creo que más intuitiva
que fríamente, con el color y la geometría.
Al ver obras de la serie La
tridimensionalidad de la línea destacando volumétricamente en
la pared me viene a la cabeza algo que leí en algún sitio (ya no
recuerdo ni dónde ni tan siquiera si es cierto) acerca del origen de
la denominación Combine paintings de Robert Rauschenberg, y es que,
parece ser, que cuando el artista enseñaba esas obras a alguien como
pinturas le decían Pero ¿cómo? ¡Si tienen objetos!, por lo que en la
siguiente ocasión hablaba de ellas como esculturas, pero entonces le
contestaban Pero ¿cómo? ¡Si están colgadas en la pared! No obstante,
leo (esta vez sí recuerdo dónde) que la obra de DdB nos hace
“preguntarnos si los términos 'pintura' o 'escultura' todavía
resultan precisos a la hora de encuadrarlos”, unas palabras de
Javier Panera para el catálogo de, precisamente, La
tridimensionalidad de la línea, la exposición individual de
elocuente título que DdB hizo en la sala del Teatro Calderón de
Valladolid en 2014.
Pero voy a ir un paso más allá, y lo voy
a hacer recuperando otro axioma de Sol Lewitt, concretamente el que
dice que “Cuando se emplean palabras como pintura y escultura, se
evoca toda una tradición e implica una consiguiente aceptación de
esa tradición, imponiendo así límites sobre el artista remiso a
hacer un arte que vaya más allá de esos límites”. DdB es, sin lugar
a dudas, uno de esos artistas dispuesto a actuar más allá de esos
límites, lo cual nos asegura que en cada nueva comparecencia nos va
a mostrar un recodo ignoto, emparejado siempre con los anteriores,
pero de una indudable singularidad.
Juan Gil Segovia
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