"¿Por qué queréis incidir en el acontecer del caso?”, dijo Niño Nonada grácilmente acribillado por la nebulosa de detritos multicolor. “¿Por qué dar pago unos a otros por la injusticia de haber nacido? Haced como yo, sólo tenéis que eliminar la empatía, no ser responsables en no amar ni por no ser amado: doble negación en horizontal; únicamente con la transparencia podremos contener la sinrazón del porvenir. ¿O acaso han de ser las cordilleras del espacio-tiempo el espejo de un drama salpicado de estrellas bermellón?” Por aquel entonces, el unidiverso todavía no se regía por reglas dictadas a raíz del último recrudecimiento; Niño Otoño componía su ala izquierda con hojas de sílice mientras asentaba las primeras hipótesis de su teoría de la cosecha; el colectivo de querubes colono saltaba de asteroide en asteroide dejando rastros de genes autogeneradores; hasta a Nena Cebra le daba por pintarse el cuerpo con líneas desorientadoras para que el progreso no supiera qué camino tomar; pero antes de la condensación en cualquier materia genérica, los detritos ya bailaban absorbiendo energía de luz descompuesta, aunque tardaron eones en hallar el árbol de la ciencia de nonada para travestir astas estériles en una alegre fructifi cación de la decadencia; por el camino puede que parasitaran de pupas meteoro (suspendidas de liana biomecánica) —¿tal vez fueron tentados a modificar la materiamorfosis en el interior de su interior?— hasta que Milagrosa Tenebrosa los despegó y repartió en láminas concubinas al tiempo que tarareaba a voz de cazalla: “En mi risa se halla el origen de la empatía unidiversa Pasado presente y futuro surgen fundidos del vórtice de la voluntad de nònáda Doble negación en vertical Querencia de espuma que prefiere afi rmar todo el azar de una vez Flechas tartamudas disparadas a todas partes y a todas horas para sellar las propagadas bocas de la culpa Que ya reventadas en dientes nunca antes cincelados salpican el páramo de ascetas para drenar piel con punta esmaltada la decepción de injertos detenidos en el país de ellos Tan pronto alcancemos playa cobijo de nonada ¿ya no será más mi célula un nido vacío tan lleno de letras inequívocas?” En un instante anónimo se empezó a ejecutar el algoritmo de repetición y diferencia.»

Minke Wang