GALERÍA JAVIER SILVA  

   

   

   

ARTISTAS /Artists

El azul y la montaña

Agus Díaz Vázquez

Desde el 24 de noviembre de 2023

 

 

Pintar es un acto de resistencia. En la vertiginosa era digital que nos anega, la pintura es una reflexión política en cuanto que opina y se posiciona ante el mundo de las imágenes. Los tiempos pictóricos, la pauta marcada por lo hecho a mano o la singularidad de lo táctil frente a lo infinitamente reproducible son elementos que vuelven a entrar en el debate crítico una y otra vez. En la obra de Agus Díaz Vázquez (El Cerro de Andévalo, Huelva, 1987) se reconcilia lo abstracto con lo narrativo, lo mitológico con lo cotidiano, lo atemporal con lo instantáneo. Sus lienzos, y también sus dibujos, plantean un imaginario de la cultura popular que remite tanto al mundo del cómic y la ilustración como al arte íbero.

La estructura de sus obras, con fondos planos y formas esquemáticas de resonancias medievales, de un cromatismo voluntariamente limitado, está compuesta de elementos que se relacionan de forma áspera, aparentemente anárquica. En sus trabajos más antiguos, etapas de títulos anglosajones como Suburbs, Low Forest o Obstacle, el signo manda sobre la imagen, con unos trazos en spray que surgen de movimientos de brazo o muñeca y que articulan la relación del autor con lo que le rodea y con lo que le excede. Son obras lejanas a la figuración, pero que se niegan a renunciar a su cualidad metafórica respecto al espectador. Una vez más, el influjo de Luis Gordillo se muestra en un artista emergente a la hora de presentar el cuadro.

 Posteriormente, estos gestos de aerosol –verdaderos signos pictóricos- se han ido convirtiendo en lugares indeterminados de latitud sureña, insinuación vegetal y colores que se alejan de lo urbano para entrar acompasadamente en el pueblo y la naturaleza. El espacio pictórico se coloniza por fondos que aspiran a ser muros -incluso encalados- y que dialogan con una flora compuesta de geranios, chumberas, malezas o pimientos secándose al sol. Estos territorios andaluces se convierten en un leit-motiv recurrente al que volver una y otra vez, una Ítaca particular que, a Agus Díaz Vázquez, le permite asociar a recuerdos de su pasado en la sierra onubense y a una revisión de lo rural en clave thoreaviana en pleno siglo XXI.

En este tour de force en torno a los orígenes, las referencias a la fauna serrana –lobos, aves, caballos, jabalís- han ido adquiriendo un carácter totémico, de ritual autobiográfico con una iconografía que comparte su protagonismo junto a elementos de la cultura popular. Las piezas de fajalauza –la cerámica tradicional granadina-, el mundo flamenco, la fiesta o elementos de devoción doméstica como los pokémons o el futbol (que, por otra parte, también contienen su propia mitología) conviven en las obras con cenefas, marcos pintados y ornamentos que parecen querer resaltar el propio valor intrínseco de la obra de arte. No sólo interesa lo que se cuenta, sino cómo se cuenta.

La vinculación musical de estos trabajos empieza por un planteamiento similar, desde la pasión local por lo flamenco y sus variantes más híbridas -Camarón o Kiko Veneno- hasta un acercamiento a elementos dispares como el soul, la copla o el pop andaluz que confirman que la experiencia vital es infinitamente más importante que la apropiación cultural. Si Veneno supuso un cambio en la forma de asimilar el mestizaje musical, Agus aspira a esa libertad creativa uniendo épocas y estilos y es esa capacidad para conectar mundos y temas diversos lo que seduce al espectador, atraído por un lenguaje directo, aunque su significado sea mucho más complejo.

A esta amalgama de elementos hay que añadir el uso de llamativas palabras pintadas con una contradictoria doble finalidad: por un lado, enfatizan la existencia de una lógica interna, incorporando un elemento interpretativo a la propia composición y, por otra parte, estos términos desconciertan, ya que se refieren a elementos circunstanciales a la propia obra. En esta nueva serie de piezas en la que conviven animales, signos y elementos, las palabras solo aparentan conectar y dar sentido al todo frente al espectador. Coincidiendo con el zeitgeist contemporáneo que es la saturación informativa de la postverdad, Agus Díaz Vázquez nos propone obras que son el todo y la nada, planteando la paradoja de que como público interesado entendemos menos de su obra cuanto más profundizamos en ella. Es una invitación a disfrutar de forma amena, evitando buscar en profundidad para no arriesgarnos a caer en el abismo.

Se trata de sustituir el yo por la imagen del yo, sin fisuras metafísicas o intelectuales. Entendiendo la creación como algo deslumbrante y vacío a la vez. Estamos al final de una era, lo que significa también el principio de muchas otras cosas y el pintor lo sabe. Plantea una mixtape plástica de nuestro tiempo que no renuncia al pasado –las citas continuadas a la historia del arte- y que da respuesta al gran vacío. No hay esperanza en la política, la economía o lo social. Por eso lo que comienza siendo un recorrido por la fauna regional acaba derivando en una reivindicación de lo salvaje y su valor como mito.

Un elemento resulta fundamental para soportar esta terrible certidumbre. A mal tiempo, buena cara. Y Agus Díaz Vázquez envuelve con un toque humorístico los distintos elementos que conforman la obra. Sutil a veces, guasona en otros casos, la asociación de elementos, imágenes y textos puede ser virtualmente un chiste gráfico, mientras en otras ocasiones es la propia connotación de la palabra en si o incluso la sonrisa que surge de vincular elementos anacrónicos o cercanos al absurdo. El humor sobrevuela la obra reciente del pintor y la unifica, dándole coherencia narrativa y visual, desmitificando el valor simbólico de determinados elementos y cuestionándolos. El humor es fundamental para asumir lo sublime y lo caduco. Nada tiene un verdadero sentido en lo impenetrable contemporáneo.

 

 

 

EXPOSICIONES /Exhibitions

 

FERIAS /Fairs

 

PRENSA /Press

 

PROYECTOS /Projects

CONTACTO /Contact